Un día, iba por la Av. Brasil con Johao y, una cuadra delante, Alessa y compañía. Una piedra se topo en mi camino y se convirtió en victima de mis patadas, y fue arrastrada buena parte del camino. Oye, espera, dijo Johao, agarra esa piedra y dile “Oye, Alessa, se te cayó el corazón, toma”. Nos reímos mucho esta tarde a costa de ella. Entregarle a la piedra hubiese sido un error, pero hubiese sido preciso y memorable. Muy arriesgado quizás, pero hubiese sido un detalle. Y hubieron varios detalles que jamás pude darle y jamás le daré.

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Mis conversaciones con Alessa habían mejorado mucho, pero solamente en el campo virtual de los emoticones y lo zumbidos. Esto era tal vez un preámbulo para luego poder entablar una conversación física civilizada. El tiempo se me acababa. O sea, el tiempo en el colegio, porque no me voy a morir. Por lo menos no estoy enterado.

Johao, mi amigo de 2do de Secundaria y testigo de mis delirios hacia la conocida Alessa, no vio con buenos ojos este repentino buen ánimo que mostraba al ver que quizás una amistad con ella podría funcionar. Lo notaba raro, como quien guarda un secreto que se muere por soltar y se siente ahogado por la culpa. Johao se estaba ahogando por la culpa y tengo que saber el por que.

Pucha, te lo voy a decir ¿ya?, aflojo el buen Johao. Hable con Ale la vez pasada y me dijo unas cosas horribles. Pucha, Lumix, le llegas. Me ha dicho que le aburres, que le llega que le hables por MSN, que no soporta que te le acerques a conversas. Te digo por tu bien. Aléjate de ella. Mentiría si dijese que no me importo. Me sentí abofeteado y humillado, sin ningún motivo aparente. ¿Todo eso para mi solo? Coño. Debe verme como un rufián, un papanatas, un mentecato. La ira asesina de Chuck Norris se apodero de mí y decidió cobrar venganza.

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Una noche me encerré en mi cuarto, con el teléfono en la mano y llame a Bárbara. Ella es mi mejor amiga y la chica que me robo el corazón una vez. Decidí que ella fuera mi pareja de promo, luego de un sesudo análisis y descarte. Nataly fue una opción, pero el día que me atreví a decírselo ella ya estaba comprometida con mi amigo Kenji. Bárbara era la mejor opción, mi aprendiz, mi side-kick. El timbre del teléfono sonó y yo me convertía en un helado humano. Al escuchar su voz comencé mi ensayado monologo. Oye, imagínate que estamos en Francia. Viendo la torre, bajo la luna llena. Yo estoy arrodillado y pongo tu mano entre las mías. Tú mama esta al fondo, gritándome “VAGO” y tú papa me ha disparado en el brazo. Antes de morir, respóndeme esto ¿Quieres ser mi pareja de promo? Empezaste a reír y a decir que si, como tres veces, y me diste el numero de tu mami para coordinar con ella. Dormí feliz y tranquilo esa noche, gracias a ti, Bárbara.

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Cuando encontré a Alessa en el MSN, le reclame por los adjetivos con los que me subrayo. Ella, en vez de defenderse, se mostro confundida. ¿Me había adelantado a los hechos? ¿Había creado un huracán en un charquito? Ella y yo no volvimos hablar hasta que días después, me daría cuenta que Johao había mentido, te pedí disculpas como idiota y el ciclo volvió a ser el mismo. Johao me mintió para que tuviese motivos para que olvidara a Alessa, para desecharla, para soltar su recuerdo.

Johao quiso enseñarme, a su manera, lo que el filosofo Mick Jagger dijo alguna vez (y que el gran Dr. House cita a menudo: No puedes tener todo lo que quieres, pero si lo intentas, puedes tener lo que necesitas. Quiero a una chica imposible pero necesito más amigos como Johao.